29 junio 2012

Relato (Fantasía) - De exámenes

Estamos de exámenes y decidí pasar esta semana en el piso de unos compañeros de clase, así tendría más tiempo para estudiar y me ahorraría el tener que pasarme una hora en el tren. Además, necesito que alguien me aporte vigor y fuerzas para continuar y no venirme a bajo. Así que, le comenté a una de mis compañeras de clase si podía quedarme en su piso, yo me pagaría mi comida, claro está y a cambio ambas no haríamos compañía. Ella no dudó en decirme que sí, y el lunes me instalé.
El caso es que no estábamos solas, su otra compañera de piso se había vuelto al pueblo para estudiar más cómoda, con más calma en su casa que tan solo la tiene a 20 minutos de la uni en coche, pero Roberto, el otro compañero de piso de Marta, mi compañera de clase, se quedó, aunque en un principio tenía planes de marcharse, al igual que Rebeca, para estudiar más tranquilo en casa. El caso es que no pudo resistir la tentación de ver que sucedía. Justo cuando entrábamos, nos lo cruzamos, me vio con la maleta y como ya nos conocíamos de una cena que hicimos allí las chicas de mi clase me preguntó “¿Y la maleta? ¿Te quedas a dormir aquí o es que te vienes a vivir?” Yo me sonreía abiertamente y le contesté “no, he venido a estudiarte… Que diga,… A estudiar”. Y volví a reír como si de una colegiala encelo se tratara. Él me miró y sonrió diciendo “tú no cambias ¿eh?” En ese momento fue cuando Marta le preguntó “pero ¿tú no te ibas al pueblo?” Roberto algo sofocado le contestó “dónde mejor voy a estar que aquí rodeado de belleza”. Yo de nuevo volví a sonreír y como no me puedo estar callada… “Te has puesto colorado y todo. Qué mono”.
Una vez me instalé en el cuarto de Rebeca, Roberto salía del baño que están puerta con puerta y nos cruzamos en el pasillo:
-Roberto: “Anda, pensaba que te ibas a quedar a dormir en el cuarto de Marta. Si te quedas en el de Rebeca somos vecinos de dormitorio.”- Y sonrió.
-Yo: “¡¿Sí?! Anda pues genial.”- Poco más le dije, porque ahora era yo la que estaba nerviosa. Mire para el suelo y salí al salón con Marta.
-Marta: “Joder tía, el Roberto es muy fuerte. Esta misma mañana se ha tirado un montón de horas haciéndose la maleta para marcharse. Y nos ve entrar, bueno, más bien te ve entrar porque a mí ya me tiene muy vista y va el tío y dice ahora que se queda”
-Yo: “Bueno, tampoco molesta ¿no?”
-Marta: “Claro que no joder, pero qué descarado. Ya podía haber puesto alguna excusa, pero no, te la suelta así… Cómo me voy a ir al pueblo con dos bellezas como vosotras. Qué fuerte es.”- Mientras sonríe.
-Yo: “A nadie le amarga un dulce ¿no? Lo que pasa es que conmigo lo tiene un poco crudo, no sé si sabe que tengo novio.”
-Marta: “Pues ni idea, pero a él me parece que poco le va a importar. El otro día me preguntó por ti, pero no se acordaba de tu nombre, solo me supo decir Si esa chica morena de tetas enormes que va a tu clase Pero claro, como hay varias así… No supe decirle y cuando le pregunté como ibas vestida el día de la cena, se acordaba hasta de qué color eran tus zapatos. Así que te hizo un chequeo total.”
-Yo: “¿Sí? ¡Qué fuerte! Pues ahora le preguntaré cómo me llamo a ver si se acuerda”.
-Marta: “Qué va… No creo, él tan solo estará deseando desnudarte, seguro. Como todos los tíos.”
Tengo que decir que me encanta tontear y jugar con los tíos, son tan inocentes a veces que me gusta mucho ponerlos nerviosos. Además, es quizás la única forma que tengo de jugar con chicos que no sean mi pareja y no sentirme culpable por ello. ¿Qué? Todos necesitamos atención ajena ¿o no? Por eso me gusta tanto chinchar y dar la brasa a los tíos que me siguen el juego o me andan buscando. Pero Roberto no apareció en toda la tarde. Bastante aplicado el chico. A la hora de cenar fue cuando nos volvimos a encontrar. Yo, salía del baño y me dirigía al salón por el pasillo, escuché pasos tras de mí me giré y como estábamos a oscuras pegué un grito de esos reflejos, pues en mi subconsciente sabía que era él, no podía ser otra cosa. Roberto se partió de risa y me preguntó ¿Váis a cenar? Yo le dije que sí, que nos íbamos a poner a cocinar ya mismo y él me dijo que se apuntaba, que nosotras no teníamos ni idea de cocinar y que él prepararía algo para los tres. Y yo le solté ¿Y qué vas a preparar? ¿Sabes hacer de comer para un trío? Me sonreía mientras le dije aquello, como os he dicho, me encanta jugar con los chicos y buscar siempre el doble sentido. Él en esta ocasión se quedó cortado, no supo hacer otra cosa que reírse y decirme al llegar al salón Pues no será porque no se lo he propuesto veces a Marta y a Rebeca… Marta nos preguntó que de qué hablábamos, pero no me dio tiempo ni a contestar, enseguida calló en la cuenta y sabía de qué hablábamos.
-Marta: “Roberto tío, ¿ya estás otra vez con los tríos? No descansas ¿eh? Ya sabía yo que por algo te quedabas, pero mira, al menos también me subes la moral a mí, que ya pensaba yo que era solo porque se quedaba Claudia”.
-Roberto: “Qué va. Me quedo porque os quedáis las más guapas del grupo.”- Y se sonrió volviéndose a ruborizar.
-Yo: “¿Ah sí? Pues poco vas a estudiar tú”.
-Roberto: “¿Por? ¿Es que acaso nos vamos a montar el trío al final o qué?”.
-Marta: “Anda tío, no flipes tanto, no flipes tanto que aquí las dos ya tenemos poya para rato”.
-Roberto: “Y tanta… ¿Me la has visto?”- Ahora sus colores rojizos no eran de rubor, sinó más bien de calor.
-Yo: “Se refiere a que tenemos pareja, pero si ella la ha visto no es justo, porque yo no la he visto y no sé de qué estamos hablando.”- No lo decía en serio, tan solo quería seguir el juego, como siempre.
-Marta: “No tía, no flipes y tu Roberto haz el favor de calmarte que no vas a hacer otra cosa que el ridículo.”
-Roberto: “O no y os convenzo.”- Risa picarona. – “Bueno ¿hago yo de cenar para los tres o no?”
-Yo: “Por mí… Pero que esté bien bueno que si no no me lo como”
-Roberto: “Va a estar buenísimo y te lo vas a comer todo, vas ha dejarlo vacío.”
Vaya, parece que a Roberto también le gusta jugar y de momento no lo hace mal. Ambos dos nos reíamos mientras que Marta estaba serie y no apartaba la vista de los apuntes. Roberto se fue a la cocina y -Marta me suplicó que no le siguiera el juego porque sinó se pondría muy pesado y ya no habría forma de relajarlo, pero claro, me lo puso a huevo, tenía que soltarla y le dije Pues a mí se me ocurren una cuantas maneras de calmarlo…
-Marta: “No, tía… No jodas… Déjalo estar porque yo no pienso hacer nada con él. Que tu te vas pero luego yo soy la que tiene que vivir con él. Además tienes novio tú también, por lo que yo de ti no haría nada.”
-Yo: “Pero si solo tonteo un poco, no voy a hacer nada con él… Yo con Ángel estoy sobrada, pero joder, tengo muchas ganas de jugar. Y tranquila que veo que no te está haciendo ninguna gracia, ya paro si es lo que quieres.” – Me tuve que poner seria, porque Marta parecía algo molesta y en parte la entendía. Roberto es un chico tímido, pero cuando saca algo de valor se convierte en un ser muy impulsivo y por lo que veo obsesionado en conseguir un propósito inalcanzable, que desea obtenerlo sea al precio que sea. Así que me lo pensé mejor y decidí dejarlo estar.
No obstante, una voz sonó por el pasillo llegando al salón con algo de eco…
-Roberto: “Clau, ¿me echas una mano?”
-Yo: “No me llames Clau que lo odio. Me llamo ¡Claudia! ¿Vale? Y ¿para qué quieres mi mano?” – Marta me miraba con recelo pidiéndome que cumpliera mi palabra. Pero joder, es que no podía, entre que Roberto está muy bueno, llevo semanas sin ver a mi chico y me sigue el juego, no podía parar de tontear con él. Así que me marché a la cocina para que Marta no nos escuchara.
-Roberto: “Pues para muchas cosas… ¡Buf! ¡Qué calor hace en esta cocina!”
-Yo: “A ver, ¿para qué? Pónme ejemplos…”
-Roberto: “Una cosa, ¿tienes novio de verdad? O es coña para que os deje tranquilas…”
-Yo: “Tengo pareja, sí, pero ¿y qué? Tan solo bromeamos, no pasa nada joder…”
-Roberto: “Pues entonces paso de decirte para qué la usuaria.”
Yo que andaba algo nerviosa y despistada ya no sabía ni de qué estábamos hablando, así que le dije…
-Yo: “Que usuarias ¿el qué?”
-Roberto: “Nada, déjalo.”- Y en voz alta a modo de broma dijo – “Entendido cocina.”
-Yo: “No, en serio…” – Me paré un poco a pensar y me volvió a la mente. – “Ah… Sí, para que usarías mi mano. ¿Eh? ¿Para qué?”
-Roberto: “Mira Claudia, en serio, que si tienes novio mejor dejarlo ahí, que lo que te iba a decir era un poco fuerte y si yo fuera tu chico me sentaría mal que otro le dijera esas cosas a mi chica.”
-Yo: “Ya pero ni tú eres mi chico, ni mi chico se va a enterar de lo que me digas. Pero bueno, si no tienes lo que hay que tener…”
-Roberto: “Pues para que me hicieras una buena paja, que hace ya mucho tiempo que me las tengo que hacer yo.”
Me quedé boquiabierta, no sabía que contestar y eso en mi es imposible. Por un lado me puse tan nerviosa que me volvieron a entrar ganas de ir al baño, por otro lado sentía un cosquilleo en el estómago, como ese que se siente la primera vez que te acuestas con alguien a quien deseas mucho y por último… Mi tanguita estaba empezando a empaparse. Así es, aquella situación me había puesto más que a tono. El caso es que se hizo el silencio. Marta entró a la cocina, me miró como diciéndome Te lo dije y yo nuevamente bajé la cabeza. Pero claro no podía quedar así la cosa, Roberto debió pensar lo mismo que yo e intentamos hablar los dos a la vez:
-Roberto: “Lo siento, te había dicho que era fuerte. Pero es una broma, tampoco quiero que te enfades ahora conmigo que vamos a estar unos días conviviendo y no molaría estar de mal rollo.”
-Yo: “Hombre, te has pasado un poco, pero tampoco pasa nada.”
Como su frase era más larga que la mía, me callé, esperé a que terminara y añadí:
-Yo: “Qué va de mal rollo, si he sido yo la que te ha insistido, además sabía que me ibas a soltar algo parecido. No me sorprende, lo que me hubiera dicho cualquier otro tío. En fin… Sois todos igual de simples.” – Aquello pareció molestarle y me replicó bastante apresurado mientras se giraba hacia mí y me miraba directamente a los ojos…
-Roberto: “En realidad había pensado que con tu mano, podría jugar, meterme dedido a dedito, de uno en uno en mi boca después de haberlos untado en chocolate, chuparlos y quitarles hasta la última gota de dulce. Después te los pasaría por tu entrepierna para que fueran cogiendo gusto e iría probando con mi lengua, como si de un guiso se tratase. ¿Eso te lo dice cualquier hombre?”
Marta se quedó alucinada, nos miraba mientras comía unas patatas de bolsa sentada en la mesa de la cocina y yo… Bueno, qué os voy a contar… Yo estaba muy nerviosa y cada vez más empapada. Me ruboricé y salí al baño. Estaba tan nerviosa que dejé que se me escaparan unas gotitas de pipí en el tanga. Lo normal en esos casos es intentar secarlo un poco con papel del baño y listo, total me iba a ir a dormir en breve, pero no lo hice así. Me limpié y fui a mi cuarto para cambiarme el tanga. Mi mente iba por delante de mis pasos. Pensé ¿Y sí pasara algo? ¿Qué? No podía ir por ahí con el tanga lleno de pipí.
Al abrir mi maleta podía haber cogido cualquier tanga o braga, la primera, si total es solo para no ir empapada, pero nuevamente no fue así. Mi lívido estaba por las nubes y era él quien gobernaba mi cuerpo, así que fue pasanado bragas y tangas hasta dar con un par que tengo bastante sexys. Ahora me asolaba una nueva duda… ¿Cuál me pongo? Pero… ¿Hasta este extremo llego? Pues eso parece nena… Es algo que me repetía una y otra vez mientras intentaba decidir que braguita me ponía. Como tardé algo en decidirme, mi puerta se abrió y al mirar… Buf, menos mal, era Marta.
-Marta: “¿Tía va o qué?” – Al verme sin pantalones y sin bragas me dijo en voz baja – “¿Pero qué haces? No estarás pensando en…”
-Yo: “Tía, no, es que he ido al baño y me he mojado un poquitín, así que digo, pues me cambio que no estoy nada cómoda con las bragas mojadas.”
-Marta: “Pero, ¿mojadas de qué?” – Con cara de sorpresa.
-Yo: “Pues de pipí, se me han escapado unas gotitas. Joder tía, que mal pensada eres.”
-Marta: Hablando en voz baja y muy cerca de mí – “Te lo digo porque yo si que me he mojado tía. Al ver vuestra conversación, cuando te ha dicho eso me ha dado un vuelco el corazón y pensaba que te iba a besar. Y he pensado, como se besen yo me apunto.”
-Yo: “¿Qué dices? ¿En serio?”- Con cierta risita de colegiala caliente.
-Marta: “Y tan en serio… Voy a cambiarme yo también por si a caso…” – Acompañando con una risa un tanto peculiar.
Terminé de cambiarme y salí a la cocina, Marta todavía estaba en su cuarto y Roberto estaba ya terminando la cena; Tortilla de patatas, ajos tiernos, un par de filetes de ternera a la plancha para cada uno y una ensalada Valenciana. Le dije que yo pondría la mesa y Roberto permanecía callado. Se había quedado el pobre muy cortado al decirme todo lo que me había dicho y al yo salir de esa manera de la cocina. Aun así yo seguí mi propósito, colocar la mesa. Empecé con los cubiertos, los vasos, servilletas, saqué los platos y cuando cogí el último de carne que quedaba me dijo:
-Roberto: “No, que ese es mi plato y yo cenaré en mi cuarto.”
-Yo: “¿Qué dices? ¿Por qué?”
-Roberto: “Pues porque reconozco que me he pasado tres pueblos y Marta está algo enfadada. Eres su amiga, tienes novio y seguro que le ha sentado fatal que tonteara contigo.”
-Yo: “Que no hombre, si he sido yo la que ha tonteado contigo, no tú conmigo. No te preocupes, anda ven a cenar con nosotras.”
-Roberto: “No, prefiero pedirle permiso a Marta primero, que sé como es y con el genio que tiene…” – A lo que entraba Marta por la puerta de la cocina.
-Marta: “¿Qué permiso me tienes que pedir?”
-Roberto: “Pues si puedo cenar con vosotras, porque iba a cenar en mi cu…” – Marta lo cortó.
-Marta: “Claro que sí, ¿por qué no ibas a cenar con nosotras? Anda que a veces de lo tonto que eres…”
-Roberto: “Bien, pues perdonar las dos, que se me ha ido un poco la bola, pero claro es que llevo tanto sin follar que uno ya no sabe ni donde está”
-Yo: “Pues creo que ya somos tres… Porque aquí mi amiga Marta y yo tampoco, hace mucho que no probamos bocado… Pero tu tranquilo que no ha pasado nada. ¿Vale?”
-Marta: “Anda, déjate de tonterías y vamos a cenar que ya hay hambre.”
La cena fue bastante tranquilita, mirando la tele, comentando algunas noticias que aparecían en la caja tonta… Poco más que eso, aunque llegó la hora del café, un café descafeinado… Lo que nos apetecía a los tres, así que nuevamente a la cocina. Nos levantamos los tres a dejar en el fregadero los platos, cubiertos y vasos y Roberto nos pidió por favor que nos sentáramos que sería él el que prepararía el café. Así que como ya andábamos algo cansadas, le hicimos caso y así mientras podríamos comentar como estaba la situación.



Yo: “Al fina ¿qué?”
Marta: “Qué de qué.”
Yo: “Pues que si jugamos con él un poco más a ver que pasa o si lo dejamos estar.”
Marta: “Yo es que estoy pensando que mejor nos olvidamos ¿no?”
Yo: “Chica, por jugar un poco más no pasa nada.”
Marta: “Y ¿qué piensas hacer?”
Yo: “Pues podríamos tontear un poco entre nosotras para ver la cara que se le queda. ¿No? Seguro que se pone cachondo en menos que canta un gallo.”
Marta: “Joder, que cabrona tía, para luego dejarlo ahí to tirado…”
Yo: Y ¿quién ha dicho nada de dejarlo tirado?” – Y me sonreí.
Marta: “No. ¿No estarás pensando en hacer el trío?”
Yo: “Qué, a mí no me importaría. Además no creo que se atreva. ¿Qué me dices jugamos con él?”
A lo que entraba Roberto por la puerta del salón. Nos puso los cafés frente a nosotras, pero le dije que mejor nos los tomamos en el sofá. Así que nos fuimos al sofá, yo estaba en medio, a un lado tenía a Marta y al otro a Roberto. Tomando el café estábamos algo callados, ese silencio era inquietante. Más que nada porque Marta y yo estábamos muy nerviosas esperando a ver si ella o yo nos lanzábamos a tontear entre nosotras para ver que hacía Roberto. Él sin embargo parecía muy tranquilo. Iban pasando los minutos y de repente me noto algo en mi muslo. Miro a Marta que la tenía más a mano ya que era la dirección de la tele pero ella tenía los dos brazos bien a la vista y sobre su regazo. Agacho un poco la mirada y era la mano de Roberto, que me acariciaba el muslo. Pensé en apartarle la mano e irme a dormir porque si fue capaz de meterme mano, si Marta y yo nos poníamos a sobarnos iba a tardar muy poco en apuntarse. Pero ahí fue donde pensé… ¿No es eso lo que quiero? Así que mientras luchaba mi razón con mi lívido en el interior de mi cabeza yo dejaba a la mano de Roberto campar a sus anchas en mi pierna. Su mano cada vez hacía más acto de presencia, acercándose a la frontera entre lo legal y lo ilegal. Mis palmas sudaban y mis pezones se empitonaron como nunca antes. Y es que no me digáis que la situación no era tensa.
Tenía que hacerle saber a Marta lo que estaba pasando a su retaguardia, así que le toqué la espalda como pude, disimulando con la yema de mi dedo corazón. Ella pensaba que ya empezaba el juego, pero al girarse, se dio cuenta de que el juego ya había empezado. Roberto había pasado una mano por encima de cabeza y como el sofá es de espalda baja, me podía acariciar hasta el hombro. Así que Roberto ya tenía una de sus manos en mi muslo y la otra en mi hombro, masajeándome. Marta volvió a mirar al televisor y no volvió a darse la vuelta hasta unos minutos más tarde, no sé si fue uno, dos o tres minutos, estaba tan nerviosa. Fue cuando Roberto alargó el brazo y empezó a acariciarme el pecho que se escapaba por mi escote y su otra mano se lanzó al vacío de mi entrepierna. No pude remediarle y solté un leve gemido, que Marta por su puesto escuchó y se giró para ver como iban las cosas. Se puso tan nerviosa que su cara era algo diferente a la cara habitual y dijo:
-Marta: “Y para mi ¿no hay nada?”
-Roberto: “Nada de ¿qué?”
-Marta: “No nada, nada, vosotros a lo vuestro.”
Marta volvió a girarse y Roberto aprovechó para meter más su mano en mi escote, llegando a agarrarme un pecho entero con su mano. Empezó jugando con él apretándolo y soltándolo y luego ya se centró más en el pezón. Mis manos estaban congeladas, no me atrevía a moverlas y fue entonces cuando él me cogió la mano más cercana y me la puso en su poya. Estaba muy dura y la verdad, se me hacía la boca agua. Tarde poco en calentarme más si cabe, me moví un poco en el sofá buscando el ángulo, me incliné un poco por la mitad le bajé la bragueta, saqué su poya y me la metí en la boca. En ese momento estaba al punto de correrme, de hecho así fue, me froté el conejito con los muslos y tuve un orgasmo espectacular. Marta debió girarse, pues yo ya no la veía y dijo:
-Marta: “Joder, como os lo estáis pasando ¿no?”
-Yo: Me giré, pero sin soltar la poya de Roberto, bien agarrada con mi mano – “Ven y ayúdame, que aquí hay para las dos.”
Marta se levantó, se puso de rodillas frente a Roberto y se la comimos a la vez, tanto que terminamos besándonos. Era la primera vez que Marta o yo besábamos a una chica. Fue tal la situación, que Roberto no pudo aguantarla y se corrió, encima sin avisar, llenándonos las boquitas a Marta y a mi de leche bien calentita. Debió de darle palo el no haber podido avisar y se marchó al baño y de allí a su cuarto con la polla bien flácida. Pero Marta y yo, llenas de leche, medio desnudas y muy calientes ¿qué podíamos hacer? No eramos lesbianas y en principio no nos atraíamos, pero…



Bueno chic@s, esto lo dejamos para el próximo día, que llevo cosa de una hora aquí escribiendo y tengo los exámenes abandonados. Por cierto, Marta y yo estamos ahora mismo en el salón y Roberto desde ayer, está casi desaparecido. Tendremos que animarle ¿no? O no, ya veremos, porque no veáis el palo que me dio luego hablar con mi chico por el móvil, tan solo una media hora después de todo aquello. Pero tampoco fue para tanto, le dije que estaba muy cansada y que me iba a acostar ya y así es como mejor se pasa el trago. ¿Pasará algo esta noche? Ni idea, pero me encanta jugar.Describa aquí su nota nueva.

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